¿Qué significa votar el plebiscito?

La negociación de paz entre el gobierno de Santos y la dirección de las Farc, lleva más de tres años; una vez que se firmen los acuerdos, su implementación puede tomarse unos 10 o 15 años. El acuerdo globalmente implica planes y políticas estructurales.

Autor: Cote

Dentro del proceso de negociación se han venido presentando distintas coyunturas como la del cese bilateral del fuego. Ahora estamos transitando por la de la firma de los acuerdos y el plebiscito para aprobarlos o no. Luego entraremos en la fase de concentración de la guerrilla, la dejación de armas y su inserción en la sociedad.

En este momento lo que se impone políticamente es asumir una posición sobre el plebiscito y el tipo de voto a depositar en las urnas. Aunque el plebiscito no ha sido convocado y sólo se podrá convocar inmediatamente después de firmados los acuerdos, el gobierno, todos los partidos burgueses, excepto el centro Democrático, y toda la izquierda reformista, se han lanzado desaforadamente a la campaña por el SI.

Nosotros los socialistas revolucionarios, llamaremos a los trabajadores, al campesinado pobre y a toda la población a impulsar la convocatoria de una Asamblea Constituyente libre democrática y soberana y orientamos para que esta consigna sea escrita en el tarjetón. Eso anulará el voto y no nos comprometeremos con el SI de Santos, ni el NO de Uribe. Pero antes de ir a los detalles de nuestra política, es conveniente recordar cuál es el tipo de paz que están acordando en La Habana y cuál es la paz que necesitan los trabajadores. Esta delimitación es importante para la posición que estamos proponiendo.

La paz que se está acordando en La Habana no es la paz para los trabajadores

La paz se puede analizar desde una perspectiva negativa o positiva. La paz desde la perspectiva negativa es la cesación de la guerra, la renuncia, casi siempre táctica y temporal, a la utilización de la fuerza que puede incluir el uso de las armas para imponerle la voluntad al otro. Desde el punto de vista positivo la paz es un estado de tranquilidad, de cierta armonía fraternal, sosiego, equilibrio, estabilidad y seguridad. Desde luego todo esto es  relativo. (Eric From, Contribución a la teoría y la estrategia de la Paz, ediciones Paidós, 1982.)

Las Farc como grupo guerrillero está negociando en la perspectiva negativa, es decir abandonar el guerrillerismo, el secuestro, los actos terroristas, etc.

¿Lucha guerrillera o lucha de masas?

Los socialistas siempre, desde que se fundó el Partido Socialista de los Trabajadores, el 14 de septiembre de 1977, le hemos dicho a todos los movimientos guerrilleros, incluidas las Farc, que estaban equivocados, que iban a fracasar, que se desmovilizaran como grupo armado y se centraran en la lucha política al interior de la clase obrera, de los sindicatos, del campesinado y sus organizaciones, y la juventud, etc. Además porque con sus actos de terrorismo, secuestro, etc., llenaban de pretextos al régimen para reprimir las luchas obreras y populares, ayudando así a impedir el desarrollo de esas luchas y la organización de los trabajadores en fuertes sindicatos y partidos políticos.

Las organizaciones guerrilleras nunca escucharon nuestros argumentos políticos, ni se quisieron someter al trabajo más paciente y lento dentro del movimiento obrero y de masas. Por eso los trabajadores y los socialistas no debemos estar en contra de que las Farc se desmovilicen militarmente, es decir que abandonen el método del guerrillerismo, del atentado terrorista, el secuestro, de las acciones que realizan sin tener en cuenta la situación del movimiento de masas, y que se integren a la lucha del movimiento obrero y de masas.

La desmovilización militar de la guerrilla va a favorecer a los trabajadores, los campesinos y en general la población civil que han sido los que han colocado el 85% de las víctimas. Los socialistas también criticamos a las Farc, entre otros asuntos, por ingresar en los negocios del narcotráfico, lo que es inaceptable en el caso de una organización que se reclame del movimiento popular. El abandono de esta práctica es uno de los pocos aspectos positivos de ese proceso de negociación. Por eso no lo debemos votar negativamente, pues en medio de la confusión y la campaña de tergiversaciones, podríamos quedar ubicados como siendo enemigos de la paz, en el sentido negativo del término. Pero tampoco es razón suficiente para votarlo positivamente, diciendo Sí en el plebiscito. Paz, en el sentido positivo, así se firmen los acuerdos, no habrá para los trabajadores y la inmensa mayoría del pueblo colombiano.

Con la paz entre el imperialismo, el gobierno y las Farc, va a cesar el enfrentamiento armado, pero seguirá la violencia cotidiana del capital contra los trabajadores; de los terratenientes contra el campesinado pobre, del Estado contra los jóvenes, las mujeres, las minorías indias y negras, etc. Además la violencia general del Estado contra la población en general, la violencia de los paramilitares que no se han extinguido y de las bandas de delincuencia común. Es decir, no habrá paz, en el sentido positivo, para la inmensa mayoría de los colombianos. La paz en el sentido positivo, no se está negociando con las Farc y no la va a haber para los trabajadores mientras Colombia siga siendo una sociedad capitalista controlada por las multinacionales, por el imperialismo norteamericano y europeo, por la burguesía y los grandes terratenientes y capitalistas del campo.

La lucha de masas vendrá

Daniel Pecaut, en entrevista concedida al diario El Tiempo, el 9 de junio, ha descrito de manera bastante precisa los perjuicios que han traído para los trabajadores y el movimiento de masas el accionar guerrillero. Ante la pregunta de por qué tanto escepticismo de los colombianos en relación a las negociaciones de La Habana, respondió (…): “La cuarta razón, y la más importante, es que gracias al conflicto armado Colombia lleva años sin tener que enfrentar fuertes protestas ni reivindicaciones sociales. En la década de los ‘80 y ‘90 hubo marchas campesinas y protestas en contra de las fumigaciones, pero no tuvieron un impacto económico significativo.

El conflicto armado ha contribuido más bien a que se mantengan las estructuras sociales y políticas del país. Incluso, ha contribuido a aumentar la concentración de la propiedad agraria y ha agudizado la desigualdad de la distribución de los ingresos. Las élites han logrado mantener su hegemonía desde los años cincuenta, primero, como consecuencia de la violencia; segundo, como producto del conflicto armado. Los actores armados no han dejado un espacio para las movilizaciones autónomas. Las guerrillas se han esforzado por instrumentalizar las protestas, no han respetado sus propias formas de actuar y han eliminado muchos líderes sociales. Desde luego, los paramilitares y sus aliados terminaron esta tarea, masacrando a los que sospechaban de izquierdismo. Este es un país donde toda una generación de líderes sociales ha sido eliminada”.

 

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