Colombia Por qué no recogemos firmas Publicado por: Administrador el 9 noviembre, 2017 Más en Colombia: #21N: reivindicar el camino de la lucha y retomar los objetivos del estallido social 20 noviembre, 2024 Editorial: Inundados y con sed 15 noviembre, 2024 Ante la crisis fiscal, ¡NO al pago de la deuda externa! 6 noviembre, 2024 El Partido Socialista de los Trabajadores quiere presentar candidatos obreros en las elecciones para los órganos legislativos y para la presidencia. Los trabajadores deben saber que existen dirigentes comprometidos con sus intereses sin necesidad de aliarse con partidos de los patronos o partidos conciliadores. Según la legislación actual es necesario presentar entre 355 y 461 mil firmas válidas para inscribir una candidatura presidencial. Este mecanismo no está diseñado para que minorías y grupos de ciudadanos del común puedan acceder al derecho democrático básico de elegir y ser elegido, sino para restringir y prácticamente eliminar ese derecho para la enorme mayoría de la población. La vieja Constitución de 1886 permitía que un candidato se inscribiera solo con dos testigos como requisito. La actual recortó este derecho y ahora es imposible la participación para los trabajadores y sectores populares. Las firmas no son garantía ¿Qué puede suceder, si un grupo de ciudadanos, armados de tenacidad y convicción recogen las firmas? Tal parece que en nuestra historia reciente esto sucedió, un grupo de jóvenes de ideologías liberales impulsaron la creación del partido del Tomate, recogieron 90 mil firmas, casi el doble de las necesarias, pero “el Consejo Nacional Electoral modificó su normatividad, impidiendo que los movimientos significativos de ciudadanos pudiesen modificar las listas de candidatos, por medio del concepto 3424, impidiendo al Tomate la participación en las elecciones del 2014 al Congreso de la República. Como último requisito el Tomate debía pagar unas pólizas de seriedad, según lo establecido en la Resolución No.1895 de 2013, por 230 millones de pesos, dinero que no alcanzó a recaudar”1. Luego sus líderes terminaron absorbidos por el Partido Liberal, pero independientemente de sus ideales el hecho es que demostraron que este derecho no es real como lo hacen ver. Una vez recogidas las firmas estas se someten al proceso de validación por el Consejo Nacional Electoral, los cuales pueden invalidarlas por diversos motivos. Hasta ahora hay 35 comités de firmas para la Presidencia, 40 para Senado y 70 para Cámara y se desconoce cómo se hará la verificación de tantos millones de firmas, garantizando que esté a tiempo para la inscripción, cuando el Consejo Nacional Electoral no ha sido capaz ni de fijar la fecha de la revocatoria de Peñalosa cuyas firmas más que suficientes se entregaron hace meses. Ya recogimos firmas y nos dimos cuenta que es un engaño Como Partido Socialista de los Trabajadores ya pasamos por esta experiencia de la recolección de firmas cuando fue promulgada la Constitución del 91 y nos fue suprimida la personería jurídica. Recogimos más firmas de las que se exigían. No nos validaron varias decenas de miles, volvimos a recoger y a cumplir la meta, pero finalmente decidieron que no nos reestablecerían la personería jurídica, por eso no creemos en este mecanismo. Las firmas, un mecanismo utilizado por los corruptos para esconder su pecado El hecho de que sea un mecanismo supuestamente democrático pero únicamente para los de arriba, se convirtió en la táctica usada para que un candidato de “los mismos” se haga pasar por nuevo y limpio de corrupción. Como los escándalos de corrupción salpicaron prácticamente a todos los partidos políticos, sus candidatos muy orondos han definido que ahora son “independientes” y las firmas son la estratagema que quieren usar para lavar sus sucias manos corrompidas, y “romper” lazos con sus partidos. Definitivamente no es casualidad que de los 37 candidatos a la presidencia 35 busquen inscribirse por firmas. Se debe al descrédito de los partidos y las élites políticas. Este mecanismo también se usa para evitarse en algunos casos las costosas consultas internas de los partidos, y en las que pueden perder con contrincantes menos convenientes, adicionalmente esperar hasta que se puedan realizar las consultas internas. En la práctica estos candidatos ya están en campaña anticipada sin la adecuada vigilancia y con ventaja sobre los que van por partido. Es el reemplazo de lo colectivo por el culto a la personalidad, no se vota por partidos, programas o ideales, sino por individuos; es decir fortalece el caudillismo y con este el clientelismo. El PST exige garantías para presentar candidatos trabajadores y socialistas Exigimos igualdad de condiciones para que podamos participar en política sin tener que llenar requisitos que solo se nos imponen a los explotados y a los revolucionarios. No reclamamos ningún privilegio, no pedimos que nos den curules parlamentarias que no ganemos con el apoyo de los trabajadores ni dinero por encima del que corresponda a la financiación proporcional a la que tengamos derecho. Pero sí demandamos del Estado y pedimos a los demás partidos de izquierda, y en especial a la Farc, su apoyo a nuestra petición, de inscribir nuestros candidatos sin ningún requisito más que nuestra honestidad. Es además la petición de que se respeten los derechos democráticos mínimos de los trabajadores a organizarse sindicalmente y hacer huelga sin temor a ser despedidos, de movilizarse sin el riesgo de ser víctimas de la represión oficial y de transitar libremente sin el temor a ser asesinados. Si la Farc aspira a presentarse ante los pobres y explotados como una fuerza democrática no puede negarse a esta petición. No responder favorablemente implica reconocer que solo han dejado las armas para incorporarse al antidemocrático régimen político colombiano. Igual llamado le hacemos a todas las fuerzas políticas que se reclaman democráticas o revolucionarias. Y le proponemos a todos los grupos de ciudadanos y de movimientos cívicos que hoy están sometidos a la desgastante tarea de recoger firmas que desistan y, que a cambio, hagamos un solo frente de unidad de acción para exigir nuestro derecho a inscribir los candidatos en los cuales depositamos nuestra representación política. Ya no basta siquiera el argumento amañado y burocrático de que la proliferación de candidatos encarece el proceso electoral al hacer más amplio el tarjetón. Si la Registraduría hiciera realmente el proceso de revisión de las firmas que van a presentar los 113 grupos que hoy están recogiendo firmas, y que en promedio deben presentar alrededor de 150.000, entre parlamentarias y presidenciales, necesitaría quintuplicar su nómina actual y disponer del doble de tiempo que falta para los comicios. Son alrededor de 16 millones de firmas que deben ser confrontadas y que, en sana lógica política, deberían corresponder a ciudadanos diferentes que apoyan a candidatos diferentes y que por tanto no deberían aparecer en más de uno de los listados presentados. Hacer esa confrontación de manera estricta le llevaría unos cuantos años más. Ese costo es infinitamente superior al que significa inscribir las listas sin restricción alguna y destinar la fuerza humana necesaria para realizar un conteo riguroso de los votos que mitigue en algo el fantasma del fraude, que inevitablemente rondará las próximas elecciones del 2018. Lo que realmente va a ocurrir es que, como siempre y haciendo honor a la nefasta tradición política burguesa nacional, van a desechar, sin siquiera mirarlas, a las que consideren incómodas y van a expedir la certificación, sin siquiera deshacer los nudos de los paquetes, a las de los políticos burgueses y reformistas que consideren “políticamente correctos”. 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