Declaraciones, Internacional La revolución siria derroca la dictadura tras 13 años de lucha Publicado por: Editor Central el 10 diciembre, 2024 Más en Declaraciones: Editorial ES 756: Con el agua al cuello, por culpa del capitalismo 5 diciembre, 2024 #25N Sobran motivos para tomarse las calles contra la violencia machista 25 noviembre, 2024 #21N: reivindicar el camino de la lucha y retomar los objetivos del estallido social 20 noviembre, 2024 diciembre 9, 2024 Por Fabio Bosco El 8 de diciembre se anunció la huida del dictador Bashar el-Assad y su familia a Moscú. La caída de la dictadura fue conmemorada en todo el país y por las comunidades de refugiados sirios en todo el mundo. Muchos palestinos en Gaza y en Al-Quds (Jerusalén) también celebraron la caída del dictador, al igual que la población libanesa en Trablous (Trípoli), la segunda ciudad más grande del Líbano. La revolución siria demostró que las tiranías no son eternas y la clase trabajadora debe luchar para derrocarlas. La dictadura de los Assad duró 54 años sobre la base de la represión, la tortura y el asesinato de cualquier disidente. Este odiado régimen ha asesinado a más de medio millón de sirios desde el inicio de la revolución hace 13 años. En los últimos años, el país se ha visto sumido en una depresión económica en la que 90% de la población vivía en la pobreza, y bajo constante y humillante asedio por parte de milicias vinculadas al régimen y milicias alineadas con el régimen iraní. Esta combinación de brutal represión y miseria socavó las bases sociales del régimen entre la población de religión cristiana, alauita y drusa, llamadas “minorías”. La mayoría de la población siria es sunita y ha estado en contra del régimen desde el comienzo de la revolución en 2011. La ofensiva de los grupos rebeldes liderados por HTS (Hayat Tahrir al-Sham – Organización para la Liberación del Levante) en Alepo encendió la chispa del levantamiento popular y condujo al derrocamiento de la dictadura siria. Este triunfo es visto con simpatía por los trabajadores de todo el mundo árabe que también vive bajo tiranías. Una ofensiva militar en medio de un levantamiento popular Se estima que los rebeldes iniciaron la ofensiva con cerca de 20.000 combatientes procedentes de Idlib, en el norte del país. La mayoría de ellos son adultos jóvenes cuyas familias han sido expulsadas por los criminales bombardeos de Assad durante los últimos 13 años. Esta mayoría está ligada con los intereses de las familias refugiadas, por regresar a sus hogares, y no a las ideologías sectarias de los dirigentes. Al tomar cada ciudad, los rebeldes abrieron cárceles y prisiones y liberaron a miles de presos políticos, se posicionaron contra cualquier represalia contra las minorías (cristianos, alauitas, drusos y kurdos), y buscaron restablecer el suministro de pan y de electricidad, y crear algún tipo de administración. De esta manera, ganaron mucha popularidad y nuevas adhesiones, fortaleciendo los vínculos con los intereses populares. En el sur del país, el desarrollo fue diferente. En ausencia de un grupo organizado y armado, la población revivió las experiencias de autoorganización, tomó comisarías y puestos de control y caminó hacia Damasco, liberando Deraa, Suweida y Quneitra hasta llegar a Daraya, al sur de la capital. En el este, una milicia siria alineada con el régimen jordano tomó Tadmor (Palmira), mientras las fuerzas oficiales huían. En todo el país, los soldados cambiaron sus uniformes por ropa de civil. Esta mezcla de milicias y levantamiento popular con elementos de autoorganización impuso una serie de libertades democráticas, la liberación de los presos políticos, el retorno de los refugiados, garantías para las comunidades minoritarias, que son logros importantes y que de inmediato dificultan el éxito de un giro bonapartista por parte del HTS. Pero todo logro democrático está siempre amenazado de retroceso dentro del sistema capitalista, más aún teniendo en cuenta que el principal grupo rebelde es el HTS que, además de defender un modelo económico capitalista de mercado, tiene una tradición autocrática. Potencias regionales e internacionales con Assad Tras la caída de Assad, varios países hicieron declaraciones criticando el antiguo régimen que ellos no querían ver derrotado. Desde el comienzo de la ofensiva sobre Alepo, de Washington a Moscú, ningún país imperialista quería que Assad cayera. Estados Unidos y sus aliados en la Liga Árabe presionaron al régimen sirio para que se distanciara de Irán. Consideraron que la permanencia de Assad era una garantía contra cualquier revolución popular que pudiese desestabilizar los intereses estadounidenses y los regímenes en la región. El Estado de Israel también prefería que permaneciera Assad, un gobierno débil que nunca disparó un tiro contra Israel y que se estaba distanciando del régimen iraní por las presiones de la Liga Árabe. Por eso, Israel trasladó tropas a la frontera con Siria y, tras la caída de Assad, bombardeó depósitos de municiones y centros de inteligencia sirios para evitar que el nuevo régimen tuviese acceso a ese armamento. Sólo tres países dieron algún apoyo a la ofensiva. El régimen turco dio luz verde para comenzar la ofensiva, que esperaba abarcase sólo algunas áreas rurales de Alepo. Qatar siempre ha mantenido algún apoyo material. Y, según informes de la prensa ucraniana, el régimen ucraniano transmitió los conocimientos técnicos[know-how] para la fabricación de drones de bajo costo. Conciliación entre el antiguo régimen y las fuerzas rebeldes El avance de los rebeldes y los levantamientos populares definieron que el fin del régimen de Assad estaba muy próximo. Así, en Doha, Qatar, representantes del régimen ruso, iraní y turco se reunieron el día 7 y definieron el “fin de las hostilidades” y el “diálogo entre el gobierno y la oposición legítima”. (1) En la práctica, esta política se implementó mediante la fuga del dictador Assad al exilio en Rusia y el mantenimiento del primer ministro asadista al-Jalali, a cargo de guiar a los soldados hasta el fin de las «hostilidades» y de mantener el funcionamiento del aparato del Estado. El presidente de la Coalición Nacional Siria (CNS), Hadi al-Bahra, explicó que se negoció una transición pacífica, con la formación de un gobierno de transición para redactar una nueva constitución y convocar a elecciones libres en un plazo de 18 meses. (2) Además, al-Bahra habló de unidad nacional que incluya a todos los segmentos y etnias. Respecto de los kurdos del SDF, al-Bahra afirmó que tienen que romper con el PKK para integrar el “diálogo nacional”. Transición sin justicia ni soberanía es negar los objetivos de la revolución Las propuestas explicadas por al-Bahra buscan limitar las conquistas de la revolución. La liberación de los presos políticos, y las libertades democráticas que garantizan el regreso seguro de los refugiados y las garantías de seguridad para los sectores religiosos minoritarios (que deben garantizarse en el litoral, hacia donde se dirigen las milicias rebeldes) son pasos importantes pero insuficientes. Por un lado, las propuestas de al-Bahra mantienen las instituciones del antiguo régimen, en particular los 18 servicios secretos responsables por 54 años de brutal represión. Los dirigentes de estos centros carcelarios, de tortura y de exterminio huyeron ante el avance de la revolución. Pero estos servicios secretos deben ser desmantelados, sus líderes presos, y sus archivos entregados a organizaciones de derechos humanos y a las fuerzas de la revolución, para que investiguen todos los crímenes de la dictadura. Por otro lado, establecen un gobierno de transición para redactar una nueva constitución, sin participación popular alguna. El primer ministro del gobierno de transición será Al-Bashir, uno de los integrantes del gobierno del HTS en Idlib. Un gobierno de transición debería estar formado exclusivamente por fuerzas de la revolución para, en un corto período, convocar a elecciones libres para una Asamblea Constituyente libre y soberana, a quien se le debería entregar el poder. No se dijo nada sobre la retirada inmediata de todas las fuerzas militares extranjeras (900 asesores militares y empresas tercerizadas estadounidenses en el noreste del país, bases militares rusas en el litoral, tropas turcas en la frontera norte, y tropas israelíes en los Altos del Golán). No se dijo nada tampoco de los millonarios como Rami Makhlouf, que se enriquecieron gracias a la brutal represión contra el pueblo sirio. Es necesario nacionalizar los bienes de estos millonarios y ponerlos al servicio de la reconstrucción del país. El derecho del pueblo kurdo a la autodeterminación fue negado y transformado en una exigencia de ruptura política con el PKK (partido kurdo que opera en Bakur, área de mayoría kurda en Turquía). Peor aún, las fuerzas del Jeish al-Wattani (Ejército Nacional, alineado con el régimen turco) avanzaron hacia Manbij y señalaron un nuevo avance hacia Raqqa, sitiando a la población kurda en Rojava. La cuestión palestina La lucha contra el genocidio en Gaza y en Cisjordania está en el centro de la atención mundial. El HTS brindó apoyo político a la acción de la resistencia palestina del 7 de octubre de 2023, liderada por Hamás. Los sirios realizaron varias manifestaciones en solidaridad con los palestinos en la provincia rebelde de Idlib, gobernada por el HTS. En otras partes de Siria no hubo manifestaciones porque estaban prohibidas por la dictadura assadista. Hamás publicó una nota oficial saludando nuevo régimen sirio. Entre 2011 y 2014, Hamás apoyó la revolución siria, por lo que tuvo que trasladar su oficina central de Damasco a Doha. El Estado sionista avanzó aún más sobre territorio sirio, además de bombardear depósitos de armas y sedes de servicios de inteligencia para debilitar el nuevo gobierno. Hasta el momento, al-Joulani o al-Bahra no han expresado su apoyo a los palestinos por el fin del genocidio en Gaza y Cisjordania, ni han tomado ninguna medida contra los bombardeos e invasiones israelíes, repitiendo el comportamiento de Bashar el Assad. Es necesario que el nuevo gobierno de transición anuncie su apoyo incondicional a la resistencia palestina y tome todas las medidas posibles para impedir el avance sionista. Necesitamos un partido revolucionario Desde el comienzo de la revolución siria en 2011, el Partido Comunista Sirio (ya sea el ala liderada por Khaled Bakdash, o el ala liderada por Youssef Faisal, o incluso el Partido de la Voluntad Popular, de Kadri Jamil) siempre ha apoyado la dictadura siria, garantizándose puestos ministeriales en el gobierno y calumniando a las fuerzas de la revolución. En la historia de Siria hubo importantes esfuerzos por formar verdaderos partidos marxistas revolucionarios, como el Partido Comunista del Trabajo (que contaba con una fuerte ala trotskista liderada por el revolucionario Munif Mulhem, quien estuvo preso en condiciones abyectas durante 16 años, de 1981 a 1997), así como el revolucionario palestino Salameh Keilah (preso y torturado por la dictadura siria durante ocho años) que formó la Coalición de Izquierda Siria al comienzo de la revolución en 2011. Sin embargo, estas organizaciones no consiguieron sobrevivir a la represión del régimen dictatorial. Las distintas alas del Partido Comunista Sirio no emitieron ninguna posición oficial sobre el fin de la dictadura, que siempre han apoyado. Pero el secretario general del Partido Comunista de Turquía (TKP) denunció las revoluciones árabes como parte de planes imperialistas, y defendió a la dictadura de Assad por haber liderado la resistencia contra esos planes así como contra el peligro yihadista, junto con Rusia e Irán. Estos sectores de izquierda, particularmente los de origen estalinista, defienden el régimen de Assad de la misma manera que defienden otros regímenes capitalistas dictatoriales como el chino, el ruso, el iraní, el cubano, y el venezolano. En la práctica, estos sectores cambian la perspectiva socialista de lucha de clases por la perspectiva de campos imperialistas progresivos, que nada tiene que ver con el marxismo ni con la defensa de los intereses de la clase trabajadora. Una posición revolucionaria comienza por el reconocimiento de la victoria de las masas, que está representada por la caída de la dictadura. Pero sólo puede completarse con una política de independencia de clase y con la lucha por el poder obrero y por el socialismo. La victoria de la revolución siria sólo tendrá continuidad con la formación de un partido revolucionario, que rechace la conciliación con el antiguo régimen, impulse la formación de consejos obreros y populares en todos los barrios y ciudades, y exija la salida inmediata de todas las fuerzas militares extranjeras, que se posicione por la nacionalización de los bienes de los millonarios, que defienda el derecho de los kurdos a la autodeterminación y la solidaridad incondicional con el pueblo palestino. (1) https://www.aljazeera.com/news/2024/12/7/lavrov-says-russia-wants-immediate-end-to-fighting-in-syria (2) https://www.middleeasteye.net/news/syria-opposition-leader-says-state-institutions-should-be-preserved-and-rebels-accomodated Traducción: Natalia Estrada. Tomado de litci.org Post Views: 41