Petro en su laberinto: Constituyente, reformas y Paz Total

Desde el pasado 15 de marzo, el presidente Gustavo Petro planteó la necesidad de una Constituyente, ante la imposibilidad de aprobar sus reformas en el Congreso de la República: “La Asamblea Nacional Constituyente debe transformar las instituciones para que le obedezcan al pueblo su mandato de paz y de justicia”, expresó desde Puerto Resistencia en Cali y lo ha vuelto reiterar cada vez que su Gobierno está en dificultades con sus propuestas legislativas.

El anuncio de Petro, se dio como respuesta al hundimiento de la reforma a la salud y no responde a una convicción política de la necesidad de transformar de manera radical el régimen político, pues hasta el momento es solo un mecanismo de presión para fortalecer su posición en las negociaciones que hace con sectores burgueses, dentro y fuera del Pacto Histórico.

Pero así como la propuesta ha sido rechazada mayoritariamente por los partidos burgueses, por la derecha del Pacto Histórico y por los intelectuales de la pequeña burguesía que se muestran preocupados por la estabilidad institucional del régimen, otros sectores apoyan la iniciativa, desde Vargas Lleras que la acogió para derrotar a Petro en las urnas, hasta el Ejército de Liberación Nacional (ELN) que lo plantea como el punto de llegada de su negociación política.

Desde el Partido Socialista de los Trabajadores, hemos levantado desde hace tiempo la propuesta de una Constituyente, que sea amplia, libre, democrática y soberana, lo que quiere decir que no puede ser con los límites que le quieren imponer tanto Petro, como sectores de la burguesía, ni con las reglas actuales de convocatoria, que están diseñadas para que lleguen los mismos partidos y los mismos congresistas que siempre han estado legislando, sino que se debe convocar desde las bases para que en realidad pueda transformar el régimen político.

El camino a la Constituyente, según la Carta del 91

El actual régimen político en Colombia se configuró en la Constitución del 91, con la desmovilización del Movimiento 19 de Abril (M-19) al que pertenecía Gustavo Petro. La Carta del 91, aprobó algunos mecanismos de participación como la acción de tutela y dio pie al reconocimiento de algunos derechos políticos y culturales, pero consolidó el nuevo modelo de acumulación capitalista –el neoliberalismo– acabando con los derechos de la clase trabajadora e imponiendo la privatización.

Tres decenios después, la celebrada Constitución del 91 no ha servido para la democratización del régimen político y ha consolidado el poder de las mafias financieras que han sido las mayores beneficiarias de las políticas neoliberales, y la defensa y la conquista de algunos derechos se ha debido a la movilización de las masas, como el estallido social de 2021, que frenó al régimen uribista.

Pero los constituyentes del 91, dejaron cerrada la posibilidad de una Constituyente que en realidad transformara el régimen político, en el Artículo 376 y su posterior reglamentación (Ley 1757 de 2015) dice que la Constituyente se convoca mediante la aprobación de una Ley en el Congreso de la República (el mismo que se niega a aprobar las reformas de Petro) y el aval de la Corte Constitucional. Esta Ley debe establecer: el número de integrantes de la Asamblea Constituyente, el sistema de elección, los temas y las fechas de inicio y cierre.

El camino a la Constituyente de Petro

Muchos sectores del Pacto Histórico temen que esta propuesta se convierta en una derrota electoral y Vargas Lleras lo ratifica cuando sostiene es su columna editorial ‘Constituyente ya’: “No le tengamos miedo a dar este paso. De lograrse unas claras mayorías, como estoy seguro ocurrirá, se habrá puesto fin a esta pesadilla. Y de no conseguirlo, tan solo anticiparemos todo lo que está por venir, pero con cuentagotas y sin remedio alguno” (El Tiempo, 24 de marzo de 2004).

Pero no está clara la propuesta de Constituyente de Petro, quien es consciente de que si no le han aprobado unas reformas que de manera general favorecen los negocios de la burguesía a cambio de algunas migajas (fin de la mediación en salud y reconocimiento del pago de horas extras a la clase trabajadora) o aprueban las que son regresivas como la reforma pensional, mucho menos le aprobarán una Constituyente que no esté bajo el control del régimen. El otro escenario es convocar un referendo con los temas puntuales de sus reformas, lo que lo lleva de nuevo a la aprobación de un Congreso en el que no tiene mayorías.

La vía que han planteado algunos lugartenientes del petrismo es la llamada Paz Total, que tiene dos caminos: el primero es hacer el llamado Acuerdo Nacional a partir del proceso de paz con el ELN y las disidencias de las FARC y que de allí salga un mandato para que el Congreso apruebe las reformas que se pacten, pero esa propuesta devuelve a Petro al mismo lugar donde está, y el segundo camino es que los acuerdos le permitan a Petro convocar una Constituyente sin pasar por el Congreso.

Constituyente amplia, libre, democrática y soberana

La Asamblea Nacional Constituyente ha sido una propuesta que hemos levantado desde el proceso de paz que adelantó Juan Manuel Santos con las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC. Esta propuesta también la agitamos durante el Estallido Social de 2021 como una salida para los reclamos de las masas que enfrentaron la crisis, que había profundizado la pandemia. Pero no la Constituyente del Artículo 376, sino una Constituyente que desconozca el actual régimen y que sea convocada desde abajo.

La Constituyente que proponemos no tiene vías constitucionales, como no la tienen las movilizaciones que detienen reformas, los bloqueos que desmontan peajes y en general las luchas que defienden y conquistan derechos. Es una Constituyente “sustentada en asambleas de base y populares en cada barrio, vereda, en cada fábrica, lugar de trabajo, etc., donde se discutan amplia y democráticamente las reivindicaciones del pueblo. Si bien, Petro ha llamado a conformar las coordinadoras populares, estas no podrán cumplir un carácter democrático si no son soberanas, o sea, si no tienen libertad frente al gobierno para deliberar y votar las exigencias populares” (PST Colombia, 18 de marzo de 2024).

Recientemente, Petro ha llamado al “poder constituyente”, pero un poder limitado, amarrado al apoyo de sus reformas pactadas con la propia burguesía, dentro y fuera del gobierno. Tampoco será una vía la Constituyente pactada en los acuerdos de paz con la insurgencia, como ocurrió en 2016 con las FARC. En ese entonces, se sabía que el paramilitarismo sería una amenaza para los militantes de las FARC mientras sus financiadores no fueran llevados a la justicia, propusimos que las armas no se entregaran a la ONU sino que se entregaran a Palestina, hoy siguen asesinando ex combatientes y el pueblo palestino sigue necesitando armas para enfrentar el genocidio que perpetran el imperialismo y los sionistas.

El laberinto de Petro

El laberinto de Petro está en su política de pactar con la burguesía, con su idea de que las reformas deben acordarse con los partidos de la burguesía y no conseguirse con la movilización de las masas, con la lucha en las calles. En últimas, el laberinto de Petro es su política de conciliación de clases.

Lo vimos el pasado junio cuando la burocracia sindical de la Federación Colombiana de Educadores, Fecode, tuvo que convocar un Paro Nacional del Magisterio por el proyecto de Ley Estatutaria de Educación, que el Pacto Histórico había pactado con los partidos burgueses y que abría más caminos para la privatización de la educación pública.

Pero esto lo advertimos desde el Estallido Social, cuando señalaban que se tenían que levantar las movilizaciones para hacer una campaña electoral, lo que le permitió un año de oxígeno político al agonizante gobierno de Duque.

Lo advertimos cuando se estaban conformando las listas al Congreso de la República, dejando por fuera a las y los luchadores del Estallido Social, llenando las bancadas de influenciadores de redes sociales y de dirigentes de partidos burgueses que hoy manejan buena parte del gabinete presidencial.

Lo advertimos durante la campaña cuando impulsamos el voto crítico por Petro, sabiendo de los peligros de un programa que se fundamenta en un pacto con la burguesía y lo seguimos advirtiendo con el contenido de las reformas pactadas, algunas que se limitan a maquillar los problemas sociales y otras que son regresivas como la pensional y la educativa.

Por eso no es extraño que Petro siga caminando por su laberinto, lo que no podemos permitir es que las organizaciones de la clase trabajadora y de las masas sigan sus pasos, sin independencia de clase ninguna propuesta o reforma será en nuestro beneficio y no será ni en el Gabinete ni en el Congreso ni en las Cortes donde ganaremos las reivindicaciones por las cuales luchamos, será de nuevo y como siempre en las calles.

La Constituyente no puede ser solo una consigna, ni una amenaza a los burgueses para que pacten reformas, ni una bandera política de los grupos insurgentes para preparar su camino a la vida civil, la Constituyente es una necesidad de las masas y hay que exigirla al Gobierno de Petro a través de la movilización y de un Paro Nacional que ponga de nuevo nuestras propuestas y no las reformas pactadas por el Pacto Histórico a puerta cerrada. Ni Petro ni el Pacto Histórico son garantes del tipo de constituyente que proponemos, pues están sumergidos en la ideología del acuerdo nacional. Necesitamos por tanto recuperar también la identidad de clase en las organizaciones de los trabajadores y en las asambleas populares.

Antonio Romero

 

Comentarios cerrados