No a la concertación con los privilegiados ¡Sí a una Asamblea constituyente amplia, libre democrática y soberana!

La palabra constituyente está actualmente en el centro de la disputa entre gobierno y oposición de derecha. Tanto gobierno como oposición desvirtúan la verdadera utilidad que una constituyente tendría para las masas y la necesidad urgente de resolver los problemas sociales postergados históricamente.

Ante el bloqueo y fracaso actual de su política de reformas, Petro ha agitado en distintos escenarios tanto la idea del poder constituyente como de la necesidad de convocar una Asamblea Constituyente. En su acto público el 15 de marzo, en Puerto Resistencia en Cali, Petro empezó a agitar esta salida; el primero de mayo agitó la idea de levantar la bandera del poder constituyente “no solo para detener un golpe, sino para proponer y hacer en realidad los grandes cambios de este país que lo necesita”; luego, empezó a presentar la posibilidad de la constituyente ligada a la implementación de los acuerdos de paz, según él, el exfiscal Montealegre y su excanciller Álvaro Leiva, facultados por los alcances del propio acuerdo de paz. Por otro lado, la senadora del Pacto Histórico Isabel Cristina Zuleta le agregó otro flanco a la discusión echando a andar la idea de la reelección de Petro.

La mayoría de la burguesía, por el momento coincide en rechazar la constituyente. Tan solo Germán Vargas Lleras en tono desafiante pareció aceptar la apuesta. La oposición burguesa de derecha, liderada por el uribismo presenta la constituyente como amenaza y confirmación del carácter “castrochavista” del gobierno y su intención de disolver el congreso y perpetuarse en el poder. Uribe y su pandilla son cínicos, recordemos que quien más ha hablado de convocar constituyentes amarradas ha sido el propio uribismo (2012, 2015, 2016, 2019 y 2020), por no mencionar todas las modificaciones reaccionarias que implementaron estando en el gobierno.

Desde otros sectores de la burguesía con quienes el gobierno ha pactado y conciliado su gobernabilidad, ven como inconveniente e innecesario un proceso constituyente. Por ejemplo, el expresidente Santos la ha negado como parte de los acuerdos de paz firmados por él con las FARC en 2016. Es más, aporta claridad al verdadero objetivo de este acuerdo ;el desmonte de un grupo armado acompañado por medidas para evitar nuevos alzamientos armados, y no el cuestionamiento del régimen político y de acumulación capitalista.

Sin estar claros aún los alcances de la propuesta del gobierno y sin que se descarte tajantemente el tema de la reelección, lo cierto es que las banderas que agita ahora Petro sobre la constituyente no distan en el fondo de la fracasada política del Acuerdo Nacional. Para algunas voces cercanas al gobierno esta es la salida a la actual crisis y la salida a las reformas, la propuesta renovada de un gran acuerdo nacional que implemente tanto la paz como las reformas propuestas por el gobierno. Iván Cepeda, congresista estrella del Pacto Histórico insiste en esta línea.

Toda la retórica democrática y de poder popular está al servicio de este llamado a pactar con las élites. La idea de dar poder al constituyente primario, para que decida sobre las reformas necesarias, se queda corta cuando se concreta en la verdadera política de movilizar exclusivamente para proporcionar respaldo callejero y organizativo, amarrados al apoyo al gobierno y sus reformas, por más recortadas, distorsionadas e inocuas que sean. Así lo corrobora toda la agenda de movilización y de encuentros promovidos desde el gobierno y los aparatos burocratizados de las direcciones sindicales y de los movimientos sociales que tajantemente limitan y coartan la independencia de las masas frente el gobierno. La estrategia constituyente de Petro es renovar ese Acuerdo Nacional del 91, acudiendo a la movilización popular para que presione a las élites burguesas a aceptar las reformas necesarias para desmontar el descontento social.

Pero la constituyente sí es una herramienta legítima para los trabajadores y el pueblo explotado y oprimido, como un medio para enfrentar el régimen político autoritario que se quiere perpetuar. Como hemos denunciado múltiples veces, este régimen demuestra ser uno de los principales obstáculos para que las masas conquisten derechos históricamente negados, además de sustentar la permanente contrarrevolución económica que mantiene la miseria y la desigualdad. Romper con este régimen es un paso necesario que sólo la iniciativa independiente de las masas, con los trabajadores a la cabeza podrín materializar, bajo la forma de una Asamblea Nacional Constituyente libre, democrática y soberana; libre de las ataduras que el propio Petro y otros sectores burgueses le quieren imponer, que cuestione todo, especialmente el sacrosanto derecho a la propiedad privada. Hay que abrir la caja de Pandora, para que el poder constituyente obrero y popular, legisle y gobierne para los que producen la riqueza.

Hay que ir más allá de la constituyente limitada que propone el gobierno. Una constituyente amplia, libre democrática y soberana debe ser un objetivo de lucha que el Encuentro Nacional de Organizaciones Sociales debe aprobar e impulsar con decisión. Desde el Partido Socialista de los Trabajadores nos ponemos al frente de esta lucha.

 

Comité Ejecutivo del Partido Socialista de los Trabajadores de Colombia, 12 de junio de 2024

ES 754

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