La reforma tributaria llega a ponencia sin uñas ni dientes

La reforma Tributaria de Petro promocionada como una reforma que pretendía favorecer a los pobres, quitando exenciones y privilegios a los ricos, es cada vez más su opuesto.

Se mantiene la estructura tributaria regresiva

El sistema tributario colombiano, es desde hace varios años un sistema tributario regresivo[1], basado en impuestos indirectos[2] como lo son el IVA y el 4×1000; la mayoría del recaudo sigue sustentado en estos impuestos indirectos y en la renta de los asalariados medios. Los impuestos indirectos se consideran regresivos o base de sistemas regresivos porque independientemente de sus ingresos o clase social, el consumo básico o necesario es igual en promedio para cada persona; digamos la canasta básica vale lo mismo para todos, por lo que una persona rica o pobre paga los mismos impuestos por el mercado mensual o por bienes de consumo, siendo un monto desproporcionado para su nivel de ingresos. Mientras para un rico pagar 10 mil pesos de impuesto en una compra no es nada, para un trabajador que gana el mínimo estos 10 mil pesos pueden ser lo del alimento diario.

Poco a poco este sistema regresivo se ha ido profundizando con sucesivas reformas cada vez más regresivas que gravaron cada vez más a los pobres imponiendo impuestos a la renta de personas naturales con ingresos medios, aumentando el IVA tanto en monto como en productos a los que se aplica, y favoreciendo a los más ricos con cientos de mecanismos de exención. Esta política aplicada por los anteriores gobiernos, todos de corte neoliberal, plegados a las exigencias del FMI, profundizó las desigualdades sociales y fue la chispa que prendió la lucha del Paro Nacional de 2021.

Millones de trabajadores colombianos votaron por Gustavo Petro, con la ilusión de que estas nocivas reformas tributarias fueran revertidas, dando paso a un sistema tributario progresivo[3]. Lamentablemente esto no fue así. Ya en un artículo anterior nos referíamos al primer borrador presentado por el gobierno como “una tibia reforma tributaria, para seguir pagando la deuda externa”.

Y es que el primer borrador contenía por un lado nuevos impuestos indirectos – y por lo tanto regresivos- como los anunciados para la comida chatarra y bebidas azucaradas[4], o el impuesto a las pensiones de más de 10 millones de pesos que es absolutamente injusto por tanto las pensiones son un ahorro de los trabajadores como parte de salarios por los que ya se tributó en el pasado y que sienta un grave precedente abriendo la puerta para bajar cada días más los topes y termina cobrando doble tributación a quienes trabajaron todas sus vidas y aportaron al sistema pensional; y por el otro tibias medidas tendientes a gravar “un poquitico” a las grandes fortunas, y recortar “otro poquitico” las grandes exenciones de los ricos, los bancos y las grandes empresas. Esta reforma la hemos presentado como tibia, porque si bien estamos a favor de gravar a las grandes fortunas y quitarles exenciones, la propuesta era bastante tímida y mantenía de conjunto la estructura tributaria vigente, es decir, una estructura profundamente regresiva sustentada en años de neoliberalismo.

Se mantiene el servicio de la deuda y la sumisión al imperialismo

Igualmente, hemos enfatizado en el hecho más que evidente pero que parece no ser visible por el petrismo, y es que de dejar de pagar la deuda externa, no sería necesaria ninguna reforma tributaria, en solo 2021 se pagaron 71 billones por este concepto, y lo que se pretendía recaudar con la reforma son 26 billones. Por eso el discurso de “todos debemos aportar”, “todos debemos dar para recibir los cambios”, por lo demás ya usado por los anteriores gobiernos, es falso. Primero porque todos damos pero no estamos dando proporcionalmente, los pobres y los trabajadores seguimos dando más tanto en el sentido bruto como en proporción a nuestros ingresos; y segundo porque una enorme parte de nuestro dinero se está invirtiendo en el pago de una deuda injusta, que ya hemos pagado varias veces y que se sigue pagando por nuestra sumisión al imperialismo.

A pesar de su tibieza, y de que en realidad no cuestionaba la estructura regresiva del sistema tributario, la burguesía – los ricos, los banqueros, los explotadores- se opuso de inmediato a los cambios que aunque mínimos amenazaban con obligarlos a redistribuir “un poquitico” de sus jugosas ganancias y pagar algo de impuestos. Desde luego, el Centro Democrático y demás partidos de oposición de derechas, se opusieron con todas sus fuerzas con sus campañas cínicas – ellos son los causantes del déficit y han propuesto reformas mucho peores; luego de la marcha del 26S, el mismo Uribe se reunió con Petro para dar sus opiniones sobre la reforma y Petro prometió serían “tenidas en cuenta”. Por su parte otros partidos burgueses como el Conservador, Cambio Radical entre otros entraron rápidamente en la política de “negociar” y “concertar”.

El texto también estuvo bajo el escrutinio del FMI y la OCDE, los cuales hicieron recomendaciones de ajuste y se mostraron satisfechos con los resultados finales; esto es pésima señal para los trabajadores y los pobres, y no una buena noticia como el petrismo pregona. Si una reforma es avalada por el FMI y la OCDE, es claramente porque sirve a los intereses del imperialismo y por lo tanto es contra los intereses de los trabajadores y el pueblo; en este caso no existen tintas medias, y no se puede “servir a Dios y al diablo”.

Lo quedó de la reforma luego de las “negociaciones”

La reforma entonces cuyas uñas y dientes ya eran chicos y totalmente insuficientes para arrancar alguna migaja de la ganancia capitalista y distribuirla entre los pobres; pasó por un proceso de corte y limado entre la negociación con las bancadas parlamentarias y el propio imperialismo, dando como resultado una reforma sin uñas y sin dientes; insulsa y que mantiene el esquema tradicional de tributación y aumenta impuestos al consumo como es el caso del cacao, repostería algunos embutidos, cereales procesados, entre otros[5].

La reforma pretendía recaudar 26 billones al año, ahora se anuncia que solo serán 22 billones; lamentablemente los impuestos que se caen o se recortan no son principalmente los impuestos indirectos sino los directos, o sea los 4 billones son parte de la negociación con los ricos y el imperialismo para mantener la ganancia capitalista.

Dentro de los impuestos directos recortados está el impuesto al patrimonio, es decir a las grandes fortunas, se proponía gravar con un 1,5% las fortunas mayores a 3 mil millones, pero acordaron una tarifa de sólo 0,5% para patrimonios mayores de los $3.000 millones, los que sean mayores de $5.000 millones de 1% y los que superen los $10.000 millones si tendrán la tasa del 1,5%. Esta tasa más alta será temporal, por cuatro años y los “nuevos emprendedores” estarán excluídos.

Igualmente pasa con el sector de hidrocarburos, se cae el impuesto de 10% a las exportaciones de petróleo y carbón y, según el ministro Ocampo, “se reemplazaron por dos normas. Se reestableció un punto que había sido eliminado en primera instancia, la no deducibilidad de las regalías, esto vuelve, y el impuesto a las exportaciones se reemplaza con una sobretasa de renta a las empresas petroleras y de carbón, que equivale al 10% en el primer año, 7,5% en el segundo y 5% en el tercero”.

Organización y lucha independiente

Está claro entonces que es más lo que se queda igual que lo que cambia, y parece ser un abrebocas de lo que serán las reformas de Petro, las cuales todas tendrán que pasar por el mismo proceso de recorte y negociación en los marcos del capitalismo y del Estado Burgués, dejando para los trabajadores y los pobres escasas migajas.  Por eso, es más que nunca necesaria la movilización independiente de los trabajadores y las masas que salimos al Paro Nacional para exigir nuestros derechos, es cierto que el uribismo y la derecha van a usar cualquier excusa para atacar el Gobierno de manera cínica y oportunista; pero eso no es razón para que apoyemos de manera acrítica reformas que no nos benefician. Debemos organizarnos de manera independiente y exigir los mínimos que se exigieron en el paro nacional e ir más allá de ellos, debemos exigir aumento de salarios al nivel de la canasta básica con control de precios, que la crisis la paguen los ricos que son los que la han causado, y que se deje de pagar la deuda externa que desangra el presupuesto anual y con ese dinero ejecutar un plan de emergencia social.

Lucía

 

[1] Un impuesto regresivo es aquel que recauda un menor porcentaje de los ingresos en la medida que la persona gana más. Asimismo, representa una mayor carga para los individuos de bajo estatus socioeconómico. Es lo contrario al impuesto progresivo. Un sistema tributario regresivo es que el que se basa principalmente en impuestos regresivos e indirectos.

[2] impuesto indirecto: Impuesto que se aplica sobre las cosas que se consumen o sobre los servicios. «los impuestos indirectos gravan los combustibles, el alcohol o el tabaco»

Impuesto directo es que se aplica sobre los bienes e ingresos económicos de las personas de manera periódica e individual. «el impuesto sobre la renta es un impuesto directo»

[3] Un impuesto progresivo es un sistema de impuestos en dónde se establece que a mayor nivel de renta, mayor será el porcentaje de impuestos a pagar sobre la base imponible. Un sistema tributario progresivo se basa principalmente en impuestos progresivos y directos.

[4] Es importante aclarar que contrario a lo manifestado por Gustavo Petro, la regresividad o progresividad en materia económica no se relaciona con si el producto es saludable o malo para la salud, el impuesto a los cigarrillos seguirá siendo indirecto y regresivo por muy malo que el tabaco sea perjudicial para la salud, por tanto proporcionalmente con sus ingresos, un trabajador paga más impuestos que un rico por ser fumador.

[5] https://www.wradio.com.co/2022/10/04/reforma-tributaria-la-lista-de-alimentos-que-tendrian-impuestos/

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