Una Bogotá Mejor… para los Ricos

La principal diferencia del actual alcalde con sus antecesores, es que muestra de frente y sin vergüenza su cara de burgués. No esconde lo que representa, lo dice con todas las letras a la burguesía capitalina y demuestra que gobierna al servicio de los explotadores.

¿Qué tiene Peñalosa que genera antipatía en los pobres y simpatía en los ricos?

Autor: Ivonne

La política de Peñalosa está sintetizada en su Plan de Desarrollo aprobado recientemente por el Concejo de Bogotá. A pesar de algunas luchas de resistencia como la amenaza de un paro distrital por parte de los temporales, varias marchas y un mitin permanente durante los tres días de discusión en el Concejo tratando de impedir la venta de la Empresa de Telefonos de Bogotá (ETB), lo cierto es que Peñalosa –a diferencia de Petro– cuenta con amplia mayoría, más cuando a la derecha tradicional se suman traidores como Venus Albeiro Silva, Concejal del POLO que sorprendentemente NO ha sido expulsado de la colectividad, pese a haber traicionado a los bogotanos que votaron por él creyendo votar por un amigo de los trabajadores y de lo público. Este concejal salvó en último momento el Plan de Desarrollo, incluida la venta de la ETB.

El Plan de Peñalosa incluye una visión y un proyecto de ciudad basado en la capacidad de pago y la mercantilización de los derechos: el derecho a la ciudad, a circular por ella y a gozar de ella, lo que se reserva a quienes lo pueden pagar. Se trata de un modelo de ciudad elitista, y desarrollista.

Se pretende mejorar la movilidad haciendo vías pero no se habla de mejorar la calidad del servicio, ni se cuestiona el modelo de operación del SITP y TM que deja al distrito el 5% de las utilidades y el 95% de los gastos.

En el terreno de la salud, mientras habla de ampliar cobertura, se fusionan en 4 redes los 22 hospitales públicos del Distrito y se eliminan varios cientos de cargos asistenciales, y programas como el de Territorios saludables, dejando por un lado desempleados, y por el otro sin atención a las poblaciones más vulnerables. Los Centros de Atención Médica a Drogadictos (CAMAD) se suprimen y el asistencialismo de por sí insuficiente para lidiar con el problema de la indigencia, la drogadicción y la delincuencia se reemplaza por incursiones cinematográficas de la fuerza pública a los territorios habitados por estas personas, sin el menor rastro de humanidad son expulsados como cucarachas y combatidos por el ESMAD.

Además de sacar el dinero a los ciudadanos mediante impuestos, peajes y nuevos cobros, el plan de Peñalosa se financiará con la venta empresas estatales como la ETB y la Transportadora de Gas Internacional (TGI), bajo la falsa excusa de que no son rentables. Se pretende privatizar el patrimonio de los bogotanos y colombianos (ETB y TGI tienen cobertura nacional) poniendo como precio lo que una sola de estas empresas produce en 4 años. Este dinero se destinará a financiar los proyectos de infraestructura principalmente, los cuales se licitarán con los grandes empresarios privados del cemento. Es por la vía de los hechos una transferencia directa de los dineros públicos a las empresas privadas que serán en últimas las grandes beneficiadas.

A papaya puesta papaya partida

Los anteriores gobiernos catalogados como de izquierdas o progresivos, intentaron gobernar conciliando los intereses de dos clases antagónicas: la burguesía y los trabajadores. Y al igual que los demás gobernantes «alternativos» del continente, luego de brindar algunas concesiones a las masas y sectores populares, y tomar algunas medidas democráticas siempre limitadas en el marco del régimen burgués (ninguno atentó contra la propiedad privada), se chocaron de frente contra la realidad: no es posible conciliar los intereses de explotados y explotadores, es necesario romper con los explotadores y apoyarse en los trabajadores y los pobres para gobernar. Poco a poco sus pactos con sectores de la burguesía, sus propios “serruchos” y componendas, sumados a la llegada de la crisis económica a Colombia, empezaron a dejarlos sin margen para continuar en el poder. Los gobiernos «alternativos» empezaron a aplicar las mismas medidas que los gobiernos neoliberales, en la ciudad se hicieron concesiones a las tarifas pero nunca se rompió con el modelo de operación privada del transporte, muchas personas consiguieron empleo con el Distrito pero fueron contratadas por prestación de servicios en su mayoría y una minoría por planta temporal. El descontento fue grande y las expectativas se pusieron de nuevo en la derecha tradicional.

Peñalosa se diferencia de Petro en que tiene claro para quién gobierna, no le interesa conciliar los intereses de los ricos, y aprovecha a cada paso la “papaya” que Petro le dejó en cada secretaría y en cada sector. Como Petro no les garantizó a los trabajadores estabilidad laboral, aprovecha para despedirlos y nombrar sus cuotas clientelistas; como los servicios de ambulancias se contrataban a terceros privados, aprovecha para suprimirlos; los alimentos para los niños se contratan a empresas privadas cuyos contratos se pueden acabar o reemplazar, porque no le basta sino decir que no se renueva el contrato, sea con los trabajadores o con las empresas que tercerizan los servicios. Así con enorme cantidad de programas de asistencia social con los que las anteriores alcaldías paliaban en algo la situación de la vida de los bogotanos más pobres.

¿Revocatoria es la solución?

Desde luego que los socialistas estamos por la caída del gobierno de Peñalosa y de todos los gobiernos enemigos de los trabajadores. Los niveles de descontento con el alcalde deben articularse y politizarse más allá de la nostalgia por gobiernos pasados.

La revocatoria aparece como una solución a los problemas de los bogotanos. En caso de que esta iniciativa se concrete debemos llamar a que todos los bogotanos voten por la salida de este nefasto personaje. Pero no debemos confiarnos. Si la derecha, con el establecimiento de su lado, no pudo sacar a Petro por la vía de la revocatoria, no le quedará más fácil a los trabajadores y los pobres, con el mismo establecimiento esta vez en contra. La recolección de cientos de miles de firmas no es tarea fácil y tampoco su validación. Esta iniciativa tiene que ir acompañada de movilización permanente, unificación de los conflictos y paros. Debe ser abanderada por los trabajadores del Distrito para que represente sus intereses y no los de algún próximo candidato.

Además, es indispensable articular la lucha distrital contra Peñalosa a la lucha contra los planes de Santos. El Plan de Desarrollo de Peñalosa no es más que la aplicación del Plan Nacional de Desarrollo. Por eso no es suficiente dar una lucha contenida en los límites de la ciudad. No basta luchar contra el modelo neoliberal si no se lucha contra el sistema capitalista y por un gobierno de los trabajadores. No existe el capitalismo de rostro humano, existe el capitalismo con máscara y sin ella.

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