Petro ambientalista: ¿cuidado imperialista de la Casa Común?

Por: Néstor Méndez

Durante su trayectoria y mandato, Gustavo Petro, ha profesado dos convicciones. La primera, su defensa del planeta con la necesidad de una transición energética para que la especie humana no sucumba al calentamiento climático. La segunda, su creencia en Jesús vía la tradición de San Francisco de Asís y la doctrina social de la iglesia, en palabras del Papa Francisco, para “cuidar la Casa Común”.

Este artículo polemiza con la política ambiental de Petro de “potencia mundial de la vida”. Puntualmente, la cooperación pública con un supuesto cuidado imperialista (de Estados Unidos y el gran capital privado) de los bienes comunes del Amazonas, la Isla Gorgona y la Tierra. Se plantea una reforma ambiental alternativa, obrera y socialista, por una segunda y definitiva independencia, que debe ser exigida por el movimiento de masas, el pueblo trabajador y la juventud que le votó.

Clima infernal

Millones han escuchado los discursos de Petro en las Naciones Unidas. El diagnóstico es catastrófico: si el clima se torna infernal, no hay vida humana digna posible y nos acarrea la extinción. Con el aumento de la temperatura en 6 y 10 grados Celsius se hace inviable la civilización, el paso de 1 grado a 1.5 y 2 aumentará las afectaciones a millones de trabajadores.

Petro y sus ministros de Ambiente y Energía han trazado dos caminos. Uno, la vía de presionar a los gobiernos y obligar al imperio del capital a un plan de salvataje, tal que no se usen más bienes fósiles y se vire a las energías renovables. Dos, contratar con las grandes empresas extranjeras de Alemania, la Unión Europea y el mundo, la instalación de paneles solares, buses eléctricos y metro, extracción de minerales e hidrógeno, etc.

La primera vía es utópica y engañosa, pues, aunque haya aumentado la innovación energética, la hegemonía la siguen marcando las grandes petroleras Exxo, Chevron, etc. Petro dice que el capitalismo es finito y serán otras generaciones las que, ante el dilema del capital o la vida, harán revoluciones y la transición a otro mundo. Pero no hay tiempo de siglos. Para transitar a industrias verdes con una economía planificada, precisamos nacionalizar y expropiar las multinacionales del petróleo (Ecopetrol 100% pública), del carbón (Glencore) y el gas, ahora la luz eléctrica y el metro (con España y China).

Un gobierno de los trabajadores conquistado a través de un colombianazo y una Federación de Repúblicas Socialistas de América Latina y el mundo, y no los gobiernos capitalistas, podrían hacer la transición energética sin afectar el empleo y bienestar común.

La segunda, sobre acuerdos comerciales y contratación pública, advertimos que las “inversiones verdes” no pueden ser utilizadas para incrementar el capital privado y la deuda externa. No va a ser con paneles solares, buses eléctricos y metro, bajo esquemas de empresas operadoras privadas, que las familias colombianas tendrán un goce sostenible de los servicios públicos esenciales. Se precisa una recuperación del patrimonio público, y para ello, Petro debe romper el mandamiento lesivo ante los poderosos del “no expropiarás”.

Salvar el Amazonas

Es sabido que la selva del Amazonas, patrimonio universal y pulmón del mundo, precisa ser protegida de incendios forestales, la expansión de la frontera agrícola por terratenientes y empresas extranjeras, el acaparamiento de tierras y tala de bosques con fines comerciales. La pregunta es cómo.

El presidente Petro ha propuesto crear una fuerza militar internacional que la proteja. Esta alianza de naciones sudamericana estaría coordinada y financiada con el Comando Sur de EE. UU. y la OTAN. Pero, el diablo está en los detalles: Se trata de poner a cuidar al redil de ovejas a lobos hambrientos.

Custodio de Gorgona

La Isla de Gorgona, que pertenece soberanamente al pacífico colombiano, otrora funcionó como una prisión, una mazmorra de represión del régimen. Posteriormente, por la lucha de masas, la cárcel se volvió un Parque Natural. Recientemente, el imperialismo estadounidense está presionando a Petro para construir una base militar allí, administrada por la Fuerza Naval nacional y financiada con dólares gringos, con la excusa de cuidar el ambiente, la seguridad fronteriza y la lucha contra las drogas. El gobierno progresista ha pausado el proyecto – temporalmente- y las comunidades oriundas, científicas y ambientales, rechazan la base, la pesca industrial privada y turismo depredador. No solo hay que rechazar esta base, sino que como acto de soberanía nacional y paz total, Petro debe desmantelar las 7 bases militares yanquis que ya existen.

¿Quién puede proteger la “Casa Común”?

En contraste con Petro y su dependencia imperialista con Biden, para proteger el Amazonas los gobiernos deben armar militarmente en un ejército popular sudamericano de campesinos e indígenas, trabajadores agrícolas y trabajadores de reservas. Encargados de detener el asesinato de líderes ambientales (Colombia ocupa el tercer lugar), y la colonización de los grandes capitales a los que no les interesan los bosques, ecosistemas y especies animales más que para explotarlos.

Adicional a ello, declarar una administración democrática amazónica por parte de sus pobladores originarios y cuidadores, tal como plantean tratados de derechos humanos. Por último, una financiación común, a través de impuestos a las ganancias de las grandes empresas extranjeras y potencias, para que los monitoreos y gestiones ambientales y tecnocientíficas sean eficaces.

Dado que Petro se ha mostrado un abanderado de una política alternativa de drogas y defensa de la vida, no debe caer en la trampa de “feriar” la Casa Común a los imperialistas, sino que ésta sea cuidada por el pueblo trabajador.

 

 

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