Anderson Arboleda: racismo y brutalidad policial en la pandemia

Cuatro días antes del asesinato de George Floyd, en Puerto Tejada –en el Pacífico Colombiano– fue asesinado por la Policía el joven Anderson Arboleda a las afueras de su casa, los agentes lo acusaban de no tener tapabocas y violar el confinamiento, le dieron varios bolillazos en la cabeza que le causaron muerte cerebral.

Autor: Carlos de Arco

Sin embargo, a pesar de la brutalidad con que fue asesinado Anderson Arboleda el pasado 21 de mayo, no hay ni un solo detenido y ni siquiera se conocen los nombres de los policías que lo asesinaron a las puertas de su casa delante de su familia.

El racismo en Colombia, se vive de manera cotidiana en ciudades cuya población afrodescendiente es mayoritaria, como Cali y Cartagena, pero también a través del abandono estatal en las regiones donde se ha asentado la población afro, como el Caribe, el Pacífico e incluso en zonas consideradas “no negras” y, en los últimos años, con el desplazamiento de sus pobladores debido a proyectos hidroeléctricos, mineros y de agronegocios.

Esclavización, racismo y capitalismo

El Renacimiento europeo se financió con el oro africano, la expansión europea en el ocaso medieval hacia el ‘nuevo’ continente llevó a millones de africanos esclavizados a las minas y plantaciones en América. Las potencias capitalistas se forjaron con base en la riqueza generada por el trabajo esclavizado de millones de personas y perpetúan su sistema de explotación manteniendo un sistema racial para sus descendientes.

En Colombia, las costas Pacífica y Caribe, fueron los territorios en los que más se concentró la población esclavizada. Los africanos fueron traídos desde el siglo XVI cuando fue diezmada la población indígena y cuando se requería la experiencia de los pueblos subsaharianos en la agricultura, la construcción y la minería.

En los procesos de Independencia, participaron muchos negros y mulatos, no solo en calidad de soldados, en algunas regiones fueron líderes de procesos, como es el caso de Pedro Romero en la Independencia de la Provincia de Cartagena o de Prudencio Padilla en la campaña libertadora. Además de las luchas libradas por los pueblos esclavizados a través del cimarronaje, la conformación de palenques y la resistencia cultural, la defensa de su música, de sus religiones, de sus idiomas.

Sin embargo, a pesar del apoyo recibido por las élites criollas y en particular por Simón Bolívar – quien era propietario de esclavos – de parte de haitianos y jamaiquinos que lo protegieron durante la Reconquista en 1816, una vez lograda la Independencia en 1819 se incumplió uno de los compromisos: la liberación de los esclavos. Solo hasta 1851 se aprueba una ley de manumisión en la que los esclavos son liberados y los terratenientes son indemnizados, lo que generó una violenta represión por parte de los hacendados de Cauca y Nariño en el suroccidente del país. Sin embargo, la terminación de la esclavitud no significó una discusión sobre la condición de ciudadanos de la gente negra ni una inclusión como parte del proyecto nacional de las élites criollas; su discusión no trascendió las consecuencias económicas.

No es fortuito que de esta región provengan familias esclavistas activas en la política colombiana como la de la senadora uribista Paloma Valencia o que connotados personajes como Sergio Arboleda, traficante de esclavos que le da el nombre a la universidad conservadora donde se formó Iván Duque. No es fortuito que estas familias sigan siendo las mayores terratenientes del país ni es fortuito que sea en esta región donde asesinen a la mayor cantidad de luchadores sociales.

La lucha contra el racismo

Uno de los problemas que hemos tenido en el país para enfrentar el racismo es que los movimientos anti-racistas han encontrado – mayoritariamente – en el esencialismo cultural y el reformismo político sus dos herramientas de lucha. Es decir, una lucha por la reafirmación racial buscando espacios de aceptación dentro del sistema político.

Rosenverck Estrela Santos, sostiene: “el movimiento negro y la lucha antirracista no pueden ser caracterizados como una acción exclusivamente racial, identitaria o política. Los factores políticos, identitarios, no pueden ser apartados de los determinantes socioeconómicos. Así, igual a la clase y conciencia de clase, el racismo y la identidad racial son partes fundamentales de la dinámica histórico social y deben ser analizados dentro del cuadro de conflictos socio-raciales y sus determinantes complejos… ser antirracista y luchar contra el racismo es, al mismo tiempo, luchar contra la condición material e intelectual que corrobora la génesis y reproducción del racismo, la cual es el capitalismo”(1).

Justicia para Anderson Arboleda

En el caso de Anderson Arboleda, como en el de Gerog Floyd, se combinan el racismo con la brutalidad policial, que se ha arreciado en medio de la pandemia, pues los agentes con la excusa de “proteger la vida de las personas”, las golpean, las despojan y las asesinan.

Pero, mientras en Estados Unidos se ha dado una gran movilización, en Colombia el caso apenas ha tenido un cubrimiento en los medios de comunicación y algún nivel de indignación en redes sociales, salvo la marcha de los habitantes de Puerto Tejada, no hay una reacción del movimiento social ni del movimiento anti-racista contra este asesinato.

Esta situación también se explica, por la idea generalizada de que en Colombia el racismo no es tan grave, que el sistema racista en Colombia y Latinoamérica es un sistema ‘blando’ y que  fue resuelto con la idea del mestizaje y más recientemente con la adopción de un estado multicultural. Estos en apariencia celebran e incluyen la diferencia, pero que en realidad mantiene las jerarquías raciales manteniendo los privilegios en aquellos que se acercan al espectro más ‘blanco’ del ´mestizo’ y perpetúa la condición de las comunidades negras tanto rurales como urbanas.

Las condiciones no son las mismas, en Colombia el asesinato por parte de fuerzas policiales y de grupos paramilitares es un tema cotidiano y en la conciencia popular se ha normalizado, para el mes de junio ha sido asesinado un luchador social cada día sin que se hayan encendido las alarmas y sin que se haya convocado siquiera una jornada de protesta.

El reformismo político, la falta de una perspectiva anti-capitalista, la adaptación de los movimientos anti-racistas a las lógicas de las ONG financiadas por gobiernos europeos y los sistemas de represión estatal han debilitado una lucha radical contra el racismo en Colombia. Por otra parte, desde la izquierda revolucionaria se ha carecido de una política anti-racista, a pesar de que la clase trabajadora, además de la explotación, sufre a diario todo tipo de opresiones, entre ellas el racismo.

En Colombia, no hemos derrumbado los monumentos a los esclavistas, no hemos levantado una política anti-racista desde la izquierda revolucionaria, no hemos hecho movilizaciones contra la brutalidad policial contra esta población, pero creemos que debemos aprender de la experiencia del pueblo norteamericano ante el asesinato de Georg Floyd e iniciar el camino para un movimiento anti-racista que entienda que sin la destrucción del capitalismo es imposible que se acabe la discriminación.

 

Nota

(1) Tomado del texto ¿Qué es el antirracismo? (11/06/2020) de la Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional. Rosenverck Estrela Santos es miembro del Colectivo Quilombo Raza y Clase, vocalista del grupo de Rap Jerga Roja y militante del PSTU de Brasil

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